La calidad y el estado del combustible son factores fundamentales a tener en cuenta para el cuidado de la maquinaria móvil y su rendimiento.
Esto es especialmente relevante porque el combustible siempre está contaminado, incluso recién salido de fábrica, por el porcentaje de biodiésel que incluye, así como contaminantes debidos a los trasvases, y por eso siempre necesita ser tratado.
Pero, además, pueden surgir otro tipo de contaminaciones añadidas como la contaminación química, producida por la mezcla de productos químicos con el combustible; la contaminación física, que puede producirse durante la manipulación en el transporte, almacenaje y suministro del carburante; la contaminación por agua libre y emulsionada o la contaminación biológica, como resultado del desarrollo de bacterias, hongos, mohos y levaduras.
Para evitarlo, es importante tratar el combustible no solo para eliminar la contaminación de fábrica, sino también para evitar el desarrollo de otro tipo de contaminantes.
Por eso, en Grupo Cartés ofrecemos un servicio para el tratamiento de combustibles en cuatro pasos.
Primer paso: Identificación de contaminantes biológicos
Para un correcto diagnóstico del combustible, nuestros expertos realizan un cultivo de control biológico que nos indica el tipo de contaminación microbiológica que hay dentro del depósito.
Habitualmente solemos encontrar tres contaminantes biológicos: bacterias, hongos y levaduras.
- Bacterias. Duplican su número cada 20 minutos, por lo que se convierten en más de 200.000 en tan solo 6 horas. Por eso, es fundamental detectar rápidamente cualquier contaminación y aplicar cuanto antes el tratamiento específico que solucione el problema.
- Levaduras. Aunque su crecimiento es más lento que el de las bacterias, igualmente pueden colapsar el combustible si no se diagnostica y se trata correctamente el problema.
- Hongos. Suelen aparecer como filamentos, ramificándose y formando un manto de tejido espeso, llamado «alfombra micelial», que es gruesa y dura. Esto puede pueden obstruir y dañar los componentes más críticos del sistema combustible, como los inyectores o la bomba.
En este primer paso recabamos una información imprescindible para definir las siguientes acciones a realizar.
Segundo paso: Contaminación por partículas y test de agua emulsionada
En esta segunda etapa analizamos el grado de contaminación por partículas en suspensión presentes en el combustible, además de la presencia de agua emulsionada.
Para ello, el carburante se analiza con un equipo específico que indica el código ISO (nivel de partículas) y las partículas por millón (ppm) de agua que contiene el combustible.
Este proceso se puede realizar «in situ», es decir, en las mismas instalaciones o, por el contrario, enviando una muestra de combustible (aproximadamente 2 litros) en un bote estéril para ser analizada en nuestro laboratorio.
Posteriormente, elaboramos un informe detallado en el que indicaremos el resultado de todas las pruebas realizadas, las acciones propuestas para la mejora del estado del combustible y un plan de mantenimiento óptimo.
Tercer paso: Filtración del combustible
Este paso se realiza en los casos en los que el resultado de las pruebas indiquen que el combustible necesita ser filtrado. Para ello, utilizamos un carro de filtración con el que además de las partículas es posible eliminar el exceso de agua.
Gracias a este procedimiento logramos una limpieza en profundidad en poco tiempo y de manera eficiente.
Cuarto paso: Mantenimiento preventivo
Como comentábamos anteriormente, el carburante viene contaminado de fábrica debido al porcentaje de biodiesel que incluye en su composición. Lo que significa que todos los combustibles diésel siempre tienen contaminación microbiológica.
Por eso, una vez realizado el paso de la filtración del combustible, nuestros expertos realizan un tratamiento para evitar que el problema de la contaminación pueda volver a aparecer.
Para ello, aplicamos aditivos y biocidas e instalamos filtros en línea. Además, establecemos un calendario de mantenimiento adecuado para evitar que vuelva a aparecer la contaminación en un futuro.
Con ello, se evitarán paradas no deseadas, sustituciones de piezas y averías provocadas por el mal estado del combustible. Además, mejorando la combustión, se reduce el consumo de carburante. Todo ello se traduce en un aumento de la productividad y la rentabilidad.