En determinados procesos de producción se genera de forma no voluntaria una contaminación ambiental, produciendo suciedad en las instalaciones y problemas en la salud de personas que se encuentran en las mismas. Por ello, la aspiración y captación de contaminantes en esos focos de emisión son necesarias para no perjudicar el proceso de producción, además de para proteger la salud de las personas y el medioambiente.
Algunas de las principales industrias en las que la captación de polvo forma parte de los procesos productivos son la extracción y tratamiento de pizarra, pintura en polvo, maderas, cementeras, granallado, chorreo de arena, canteras, corte por láser, químicas, minería, alimentación, etc.
Además, hay que tener en cuenta que la captación, en general, no solo se refiere al polvo (partículas sólidas de diversos orígenes), sino también a las neblinas de aceite y humos de soldadura que pueden generarse en algunos procesos productivos de industrias como, por ejemplo, la metalúrgica.
La captación de polvo en la industria es, por tanto, un tema crítico debido a varias razones:
Protección de los equipos
La acumulación de polvo es un problema común en la industria, ya que si no se controla adecuadamente puede causar desgaste prematuro de la maquinaria al acumularse en las superficies de los equipos. Además, la obstrucción de los sistemas de ventilación puede reducir la eficiencia de dichos equipos y aumentar la necesidad de mantenimiento y reparación, lo que a su vez se traduce en mayores costes de producción por paradas no programadas.
Por lo tanto, es crucial controlar la generación de polvo para garantizar la durabilidad de los equipos, la eficiencia de la producción y la rentabilidad del negocio.
Mejora de la calidad de los productos
Las partículas de polvo generadas durante el proceso de producción pueden acumularse en las superficies de los productos, alterar su composición química y afectar a su apariencia y textura.
Además, el polvo puede interferir en la precisión de procesos como la medición y el pesaje, lo que acaba afectando a la calidad del producto final y, por tanto, a la rentabilidad y la eficiencia de los negocios, al incrementarse los costes asociados a la eliminación o el reprocesamiento de los productos defectuosos, sumado a los problemas generados por la insatisfacción de los clientes.
Salud y seguridad
La exposición al polvo en la industria puede ser un riesgo para la salud y la seguridad de los trabajadores, ya que las partículas que se generan durante la actividad productiva pueden contener sustancias peligrosas, como metales pesados, sustancias químicas y otros contaminantes, causando problemas respiratorios como tos, sibilancias, bronquitis y asma, junto con otros daños a la salud, como irritación de los ojos, la piel y las vías respiratorias.
Además, la exposición al polvo puede provocar daños en órganos vitales, sobre todo en los pulmones, y derivar en enfermedades como la neumoconiosis, una afección que puede llegar a ser mortal y que se produce por la inhalación de polvo en los pulmones, o la silicosis, causada por la inhalación de sílice cristalina, un componente común del polvo que se encuentra en muchos materiales, como la arena, el cuarzo y la piedra.
Por otro lado, el polvo también puede representar un riesgo de explosión en algunos entornos industriales, como en la producción de alimentos, productos químicos, farmacéuticos y minerales. Cuando el polvo se acumula en grandes cantidades y se combina con una fuente de ignición, como una chispa eléctrica o un fuego abierto, puede producirse una explosión.
Protección del medio ambiente
Además de los daños a la salud humana, la producción industrial que genera polvo puede afectar al medio ambiente al transportarse por el aire y depositarse en la superficie del agua, lo que puede tener consecuencias negativas en la calidad del agua y en la vida silvestre que depende de ella.
Cumplir con la normativa vigente
En España las empresas están sujetas a regulaciones y normativas que establecen límites y requisitos para la emisión de partículas y polvo en el aire, el agua y los vertidos. Su incumplimiento puede acabar en sanciones y elevadas multas.
La Ley de Prevención y Control Integrados de la Contaminación (IPPC) establece un marco legal para la prevención y control de la contaminación en la industria, incluyendo la emisión de partículas y polvo. Además, existen normativas específicas para distintos sectores industriales que establecen límites y requisitos para la emisión de partículas y polvo, así como para su control y gestión.
En caso de detectar incumplimientos, las autoridades pueden imponer sanciones, que pueden incluir multas, cierre temporal o permanente de la actividad y otras medidas coercitivas.
En Grupo Cartés somos especialistas en la captación de polvo, donde aportamos una respuesta integral que abarca desde el suministro de filtros, hasta el control de fugas o los proyectos “llave en mano” de instalaciones. Sabemos que en este campo de filtración la combinación de la instalación y la elección de captadores y medios filtrantes adecuados puede suponer un gran ahorro de costes.
Por eso, nuestro grupo de expertos propone mejoras y proporciona el asesoramiento necesario para un correcto dimensionamiento de las instalaciones y los cartuchos, suministrando captadores de diferentes materiales, en función de la necesidad concreta. De este modo, ayudamos a incrementar el rendimiento y la eficiencia del proceso.